Eres un verdadero cristiano Desmitificando mitos

¿Eres un verdadero cristiano? Desmitificando mitos

Muchísimas personas están diciendo que la vida cristiana les resulta demasiado difícil. En realidad no es difícil, es irrealizable. Sin el poder del Señor Jesucristo viviendo en el corazón, absolutamente nadie puede vivir la vida cristiana. Tal vez te sientas frustrado, desanimado, y estás diciendo que hasta tienes la tentación de abandonar el cristianismo. Esta actitud da la impresión de que hay cierta confusión respecto a qué es en verdad ser un auténtico cristiano.

Cerca del mundo hay muchísimas personas que tienen algunas ideas equivocadas, por lo cual podemos decir que hay muchísimos «mitos» sobrel cristianismo.

Nota : Podemos definir un «mito» como una historia inventada por alguien que intenta hacerla pasar por verdad.

Mito #1: Uno es cristiano por el hecho de que piensa en Dios

En nuestro mundo occidental se considera respetable que creamos en Dios, pero muchísimos que se afirman «creyentes» ni siquiera saben quién es Dios. El Coronel Irwin, recordado por su misión lunar Apolo XV, explicó una vez que mientras que estaba visitando un estado islámico, uno de los líderes religiosos le dijo: «Coronel, usted charla mucho de Dios, ¿por qué no es islámico entonces?».

¿Comprendes lo que deseo decir? Si podemos ser islámicos y creer en Dios, no es el hecho de creer en Dios lo que nos hace cristianos.

Mito #2: Uno es cristiano por el hecho de que va a la iglesia

Hay muchísimos que van a la iglesia (por diferentes razones), pero no por esto son necesariamente cristianos. En ocasiones hasta los mangantes son religiosos y van a la iglesia. Otros asisten a la iglesia por el hecho de que es un hábito social o por el hecho de que están sintiendo la presión de la familia.

Es cierto que los cristianos van a la iglesia, pero este hecho no los hace cristianos.

Mito #3: Uno es cristiano por el hecho de que ora

Por suya que los cristianos oran, pero el simple hecho de orar no significa que uno sea cristiano. Los hindúes oran muy asiduamente. Los islámicos lo hacen cinco veces al día. El mismo dirigente Anwar Sadat de Egipto solía llevar consigo una pequeña alfombra para arrodillarse y orar a Alá múltiples veces al día, incluso en sus viajes al extranjero.

Por lo tanto, el orar no te hace cristiano.

Mito #4: Uno es cristiano por el hecho de que es bueno

Comparados con un terrorista, posiblemente seamos santos. Si entramos en comparaciones, podríamos llegar a ser mucho mejores que nuestros familiares y colegas, pero la medida de Dios es diferente. Él nos compara con su Hijo Jesús, quien fue absolutamente idóneo. Ante este nivel de perfección, nuestra propia rectitud se rebaja a nada.

Podemos entender ahora que lo que nosotros de vez en cuando llamamos ser «buenos»: No fumar, no tomar licor, no robar, o cosas como estas, no es bastante con el fin de que nos llamemos cristianos.

Mito #5: Uno es cristiano por el hecho de que lee la Biblia

Por cierto que los cristianos se disfrutan leyendo la Biblia. Algunos la leemos diariamente, pero el hecho de hacerlo no significa que seas cristiano. Cuando Carlos Marx (un comunista) tenía 17 años de edad escribió un espléndido comentario de parte del Evangelio de San Juan. Grandes teólogos concuerdan con mucho de lo que declaró Marx en este aspecto, pero si bien Marx leía la Biblia, nunca comentó ser cristiano.

Lee la Biblia tanto como te sea posible, pero recuerda, el simple hecho de hacerlo no te hará cristiano.

Mito #6: Uno es cristiano por el hecho de que charla de Jesucristo

Él, pero tal vez ni siquiera piensan lo que la Biblia está diciendo sobre Cristo. Tal vez charlan de un Jesús que se conforma a su modo de tener en cuenta, en vez de charlar del Jesús histórico bíblico. Uno puede hasta ser un predicador y charlar mucho de Cristo, pero no es este hecho lo que lo transforma a uno en cristiano.

Mito #7: Uno es cristiano por el hecho de que nació en un domicilio cristiano

Conozco a personas que han dicho: «Nací en un estado cristiano, conque soy cristiano. ¿Qué otra cosa podría ser?». En realidad podrían ser muchísimas cosas.

Otros dicen: «He sido cristiano toda mi vida. Nací en un domicilio cristiano». Pero ¿desde cuándo el lugar donde naces determina lo que eres? No por el hecho de que alguien nazca en un establo será un caballo. Y si alguno nace en un aeropuerto, no por esto será avión.

Muchísimas personas piensan que por el hecho de que han vivido en un domicilio cristiano toda su vida, les han enseñado cosas de Dios desde pequeños y han participado de actividades cristianas se pueden considerar «cristianas», pero por lo que hemos visto, el ser un auténtico cristiano es mucho más que esto.

¿Cuál es tu razón de vivir?

¿Cuál de las siguientes categorías describe más más o menos tu meta más importante en la vida?

  • TRABAJAR DURO
  • DIVERTIRME
  • COMPLACER A DIOS
  • HACER AMISTADES
  • CONSEGUIR CONOCIMIENTOS

Veamos si tus réplicas a las siguientes preguntas corresponden con la selección que has hecho: ¿Cómo inviertes tu tiempo? ¿Qué consume tus juicios y también energías? ¿Qué es lo que estás buscando para darte satisfacción?

n el Viejo Testamento, aprendió a las duras que todo cuanto no sea vivir para el Señor no dispone de significado. Él había tratado de encontrar felicidad a través de la educación, de los placeres, del trabajo, de la amistad. Pero encontró que cualquieralo era vacío. Llegó a esta conclusión: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; por el hecho de que eso es el todo del hombre» (12:13).

Fuimos realizados para conocer a Dios y vivir para Él. Pero todos nos hemos hecho culpables de ignorarle y de vivir para nosotros mismos (Isaías 53:6). Jesús puede echarnos una mano a volver a poner nuestras vidas en orden.

«Yo he venido con el fin de que tengan vida, y con el fin de que la tengan en abundancia» expresó Jesús (en Juan 10:10).

Si jamás has tomado el paso crucial de confiar en Cristo con el fin de que te rescate del juicio de Dios en contra de vivir por razones incorrectas acepta Su ofrecimiento de perdón. Él te dará un nuevo propósito y poder para vivir.

Los que parecen cristianos

E trabajo, el colegio, la universidad o tu vecindario no son los únicos sitios en donde puedes estar cayendo entre las garras de los tiempos nuevos. En la iglesia, se te puede presionar con el fin de que actúes como un cristiano, todavía cuando no lo seas.

¿Te has sentido en alguna ocasión como si estuvieras jugando en el «concurso de parecerse a Jesucristo»? Es muy simple jugar. Todo cuanto has de hacer es aprender a decir: «¡Bendito sea el Señor!, ó ¡Amén!», usar una insignia de Jesús o una cruz; orar antes de las comidas; leer la Biblia de vez en cuando (pero no demasiado seguido) e ir a reuniones cristianas una que otra vez. ¡Oh, Sí! Debes también tener alguna experiencia religiosa emocional. Simple y llanamente levanta tu mano en una reunión evangelística o canta una hermosa canción cristiana, y eres candidato para el concurso.

Hay muchísimos hipócritas en la iglesia como los hay también en cualquier otro lugar. Podemos fingir que somos personas buenísimas y morales y pasar un tiempo en la iglesia los domingos, mientras que vivimos en el pecado durante el resto de la semana.

El ficticio cristianismo

l peor enemigo del auténtico cristianismo es el cristianismo ficticio, o el cristianismo con concesiones (esto es, un cristianismo que cede ante alguna situación que se le presente por conveniencia). El cristianismo ficticio es una enfermedad que es simple de contraer y casi irrealizable de quitarse de encima. Se transmite de persona a persona como la gripe y, a pesar de ello, es tan mortal como el cáncer. Todo cuanto has de hacer es inyectarte bastante «suero de Jesús» como para hacerte inmune ante el auténtico Jesús. Carlos Marx escribió: «La religión… es el opio de los pueblos» (esto es, que la religión es como una «droga»). Desgraciadamente, eso puede ser verdad para mucha gente que no ha probado nada más que un «suero de Jesús», algo ficticio. Esta clase de cristianismo ficticio no es nada más que un sedante empleado para eludir la realidad.

El cristianismo ficticio tiene muchísimas maneras de manifestarse. Echemos un vistazo a algunas de ellas:

Las «evangelimedusas»

Estas son una imitación de cristianos que se asemejan mucho a los evangélicos, pero no lo son.

Puede que hayas visto a algunas de estas criaturas. Parecen y actúan como una medusa marina. Los científicos afirman que la medusa no tiene columna vertebral y que se deja arrastrar por la corriente. Cuando la corriente viene, ellas vienen. Cuando la corriente va, ellas van. Están compuestas en un 96% de agua, de manera que cuando son arrastradas hasta la orilla y expuestas al sol, casi desaparecen.

¿Has visto en alguna ocasión a un cristiano que se arrastre con la opinión pública? Son criaturas sin columna vertebral propia, así es que, cuando los que están a su alrededor charlan de Jesús, a ellos no les importa charlar de Jesús. Pero cuando se hace burla de Jesús, permanecen muy callados. Las «evangelimedusas» suben y bajan conforme con quien se encuentren. Efectivamente, cuando se presentan las contrariedades (cuando sale el sol), se sabe que algunas «evangelimedusas» se encogen y desaparecen por completo. Su especialidad son las concesiones (o sea, ceden ante lo que están diciendo o hacen los otros en alguna situación para no ser rechazados).

Los «habitantes de las cercas»

Son otra raza muy común entre los cristianos ficticios. Puede que los hayas visto. Florecen en casi todos los ambientes religiosos, y se les puede ubicar «a horcajadas» (con sus piernas bien separadas) en casi todas las cercas.

El habitante de las cercas tiene un pie plantando firmemente en la iglesia, puede saber mucho sobre la Biblia y conseguir una buena puntuación en detalles religiosos. Puede recitar Juan 3:16, las cuatro leyes espirituales y el Padrenuestro. Puede conocer todos los himnos y puede orar a la par de los mejores. Habitualmente, los habitantes de las cercas han sido criados en la iglesia y se han alimentado con comida de Jesús recalentada desde el momento en que comenzaron a comer. Si la familiaridad ocasiona incomodidad, el ejemplo idóneo es el habitante de las cercas.

El habitante de las cercas tiene el otro pie firmemente plantado en el mundo. Todavía cuando está lleno de prohibiciones, tales como: «No vayas a fiestas», «No fumes», «No escuches música mundana», «No digas muy malas palabras», el habitante de las cercas, comúnmente, se las arregla para meterse en cosas de las que no debiera participar.

Como tiene un pie en el mundo y un pie en la iglesia, esta criatura por lo general experimenta mucho dolor. También es algo que da temor, por el hecho de que debajo de él se halla la boca más grande del mundo, lista para tragarse su cuerpo si da un paso en ficticio.

Jesús describió esta clase de vida cuando dijo: «Ninguno puede servir a dos señores; por el hecho de que o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24).

Los habitantes de las cercas, no simplemente sufren de mucho dolor, sino que cuando caminan, cojean mucho, por la postura a horcajadas en que se mantienen; en otras palabras, son personas inestables en su vida propia. Eso refleja la sabiduría de la Palabra de Dios cuando dice: «El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos» (Santiago 1:8).

Los «Camaleones»

Un camaleón es alguien que se asemeja mucho a un cristiano auténtico, pero es un ficticio cristiano.

En el mundo de los reptiles, el camaleón es una lagartija muy original, que puede de cambiar su color exterior para hacer juego con una serie de ambientes. Los cristianos que tienen esta enfermedad particular son muy difíciles de descubrir, a pesar de ser muy comunes, por el hecho de que son capaces de mezclarse muy bien con el fondo en cualquier parte. Uno de sus hábitos es no sobresalir en ningún terreno y negarse a ser controversiales u ofensivos. Están dispuestos a ceder ante cualquier situación en menos de un segundo.

Verás que los camaleones existen, pues puedes encontrarlos en casi toda clase de climas. Les va muy bien en las reuniones de las iglesias, en reuniones de amistades hablando chistes vulgares, en los conciertos cristianos, en las discotecas, en las cruzadas evangelísticas, en las celebraciones donde se toma licor, y donde quiera que sea. Pero has de buscarlos, por el hecho de que no sobresalen. No se les conoce por nada extraordinariamente bueno.

Si llegas a descubrir uno, no tienes por qué temerle. Es inofensivo. Solamente cuídate de no comenzar a copiar su comportamiento, y si así fuera, estas palabras de Jesús podrían aplicarse también a tí:

Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:

Este pueblo de labios me honra;
Más su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas,
Mandamientos de hombres.

(Mateo 15:7-9).

La enfermedad común de las concesiones «cristianas»

Qué tienen en común las «evangelimedusas», los «habitantes de las cercas» y los «camaleones»? Todos sufren variedades de una enfermedad común famosa como «cristianismo falso»; en efecto, son tan comunes, que el cristianismo genuino es difícil de distinguir.

El otro día, mientras que caminaba, miré hacia arriba y vi una cruz encima de un edificio. Su silueta muy alta se destaca en contra de el cielo. Entonces un «sinsonte» (una clase de ave) voló y aterrizó muy cerca de la cruz. Mientras que permanecía allí, medité sobre ello, me asombré del simbolismo. ¡Cuántos sinsontes aterrizan cerca de la cruz y fingen que cantan la canción cristiana, solamente para levantar el vuelo hacia alguna otra parte y cantar otra canción!

Hay muchísimas ficticias imitaciones de Jesucristo en el mundo de hoy. Pablo describió a esta gente como «…amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita» (2 Timoteo 3:4,5). Por lo tanto, precisamos estar seguros de no ser fáciles sinsontes.

El «ABC» de no conocer a Jesús

El sinsonte solo conoce tres notas: A, B y C. (equivalen a La, Si y Do). A, por actividades, B por bancas y C por compañía. Cada nota es precisa con el fin de que el sinsonte sea capaz de cantar una tonada.

A : Actividades. Es muy simple participar en multitud de actividades religiosas buenas: escuela dominical, cultos, grupo juvenil, reuniones de oración, análisis bíblicos, coros y otros, y jamás conocer a Jesús. Cuando participamos en actividades cristianas, es muy simple adaptarse sin conocer jamás a Jesús realmente. Las actividades no nos salvan.

B : Bancas. ¿En alguna ocasión has escuchado un sermón a saltos? Es muy simple de hacer. Simple y llanamente siéntate en una banca de la iglesia, con los ojos fijos en el estrado, y murmura para ti mismo: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! por todo el sermón. No desafíes nada. No te hagas ninguna pregunta y, ni siquiera pienses. Simple y llanamente, siéntate en tu banca en forma pasiva y salta: ¡Sí! ¡Sí! ¡Eso es! ¡Sí! ¡Sí!

haces. También los demonios piensan y tiemblan» (Santiago 2:19). Uno puede dar «saltos cristianos» en una banca y conocer lo que debe creer, sin conocer verdaderamente a Jesús.

También podemos recordar una frase muy famosa en las iglesias: «calentar bancas», eso lo utilizamos cuando alguien, sin una auténtica razón, sin un auténtico motivo, asiste a la iglesia, se sienta por dos o tres horas a cumplir, tal vez como un compromiso social y nada más. Ten cuidado de no estar cayendo en este error.

C : Compañía. Podemos tener colegas cristianos muy morales y, no obstante, no conocer a Jesús personalmente. Jesús declaró que separaría a las ovejas de los cabritos (busca Mateo 25:31-33), pero actualmente caminamos todos juntos. Es muy simple para un cabrito andar al lado de las ovejas lo bastante como para aprender a balar como ellas: ¡Beee! ¡Beee! Incluso comenzará a oler como las ovejas si anda con el rebaño por un tiempo. Es probable juntarse con colegas cristianos y tener relaciones cristianas limpias sin conocer de veras a Jesús.

Este es el «ABC» del sinsonte. Desgraciadamente, los sinsontes son aves que solo pian y no tienen una tonada genuina propia.

Los cristianos secretos

Las «evangelimedusas», los «habitantes de las cercas» y los «camaleones» se parecen todos a Jesús, pero no son de Jesús. A pesar de ello, hay otro tipo de personas que puede que sean cristianas, pero que tienen su propia enfermedad: desean vivir como agentes secretos, como muñecos en cajas de resortes. La gente que es así pone su fe en Jesús solamente para la salvación perpetua y, en verdad, habita en ellos el Espíritu de Dios, pero su condición de cristianos genuinos es el mejor secreto que guardan.

Los «agentes secretos» (cristianos «cajita de sorpresa»). Durante todpor semana, el agente secreto mantiene su cabeza nacida de nuevo en su caparazón también nacido de nuevo como una tortuga… hasta el domingo por la mañana cuando ¡pop!, salta de la caja, canta himnos y sonríe y además cierra los ojos con todo el mundo; solamente por el hecho de que hay seguridad y no hay moros en la costa. Entonces, tras el servicio de la noche se va a su casa, se arropa en la cama, se cubre la cabeza con las cobijas y se duerme, pensando en que las cosas van a ser diferentes el lunes por la mañana. Y así sigue la vida para el agente secreto, semana tras semana.

Los agentes secretos son hipócritas, están escondiendo su auténtica identidad como hijos de Dios. El agente secreto vive temeroso de la reacción de que sus colegas o familiares se llegaran a enterar de que, en realidad, es un auténtico fan de Jesús. Los agentes secretos están atrapados por el temor a sus iguales, y temen aceptar una posición solos. Se niegan a decir la verdad sobre sí mismos, por pavor al rechazo, y también encuentran mucho más seguro viajar de incógnito. Los agentes secretos están más preocupados por el aplauso de los hombres que por el aplauso de Dios; están más preocupados sobrel «qué dirán» que de lo que piense Dios.

Todos los mencionados en las páginas precedentes tienen una característica común sobresaliente: ¡todos ellos hacen que Dios se enferme del estómago! El estómago de Dios se enferma cuando observa a una «evangelimedusa» arrastrándose con la corriente de la opinión pública. Su estómago no puede aguantar a los «habitantes de las cercas», con sus piernas a horcajadas, una en el mundo y otra en la iglesia. Observa al «camaleón» cuando cambia sus colores conforme con quién se encuentre. Y a Dios le vienen náuseas cuando ve a un hijo suyo tratando de jugar al agente secreto. Cada una es una variedad del cristianismo ficticio que Dios no puede tragar. Algún día formarán un gran charco de vómito tibio (Apocalipsis 3:16).

Tras leer todo eso sobrel cristianismo ficticio y que conoces ciertas características más fundamentales de estos tipos de «cristianos», déjame preguntarte algo:

  • ¿Crees tú mismo que tu vida refleja alguno de estos tipos de personas? Trata de ser lo más honesto contigo mismo, no ganarías nada si te engañaras.
  • ¿Cómo te hace sentir esto?
  • ¿Te has hallado en alguna ocasión con cristianos falsos? Trata de tener en cuenta en sus características de pacto a lo que has leído.
  • ¿Te has sentido en alguna ocasión presionado para «actuar como cristiano»?
  • ¿De que forma?

Reflexiona un instante en lo que Jesús estará pensando de ti en este preciso instante.

Ahora déjame decirte de qué forma puedes ser un auténtico cristiano, ahora mismo, mientras que acabas de leer.

Primer paso. Acepta que tus pecados te han separado de Dios

¿Cómo puede una persona transformarse en cristiana? La Biblia enseña que, en primer lugar, debes admitir que tus pecados te separan de Dios. ¿En alguna ocasión has confesado a Dios tus pecados de egoísmo, orgullo, codicia, mentira, inmoralidad y tantas otras cosas muy malas que hay también en tu vida? El pecado trae gran dolor al corazón de Dios.

La Biblia afirma: «Sí, todos hemos pecado; ninguno de nosotros alcanza el glorioso ideal de Dios» (Romanos 3:23). Eso nos incluye. Es el momento de ir a Dios y recibir el perdón que Él quiere dar.

Segundo paso. Piensa en el milagro de la cruz

ha hecho por ti en la cruz. La Biblia dice: «A Cristo hecho por ti en la cruz», «A Cristo también le tocó sufrir. Si bien nunca había perpetrado pecado, un día ofrendó su vida por nosotros los pecadores para llevarnos a Dios» (1 Pedro 3:18).

Jesús murió en la cruz con el fin de que cada uno de nosotros pudiese ser perdonado. A los ojos de Dios todos merecemos el castigo de ir eternamente al infierno por nuestro mal proceder, pero Dios envió a su Hijo con el fin de que sufriera sobre sí nuestro castigo.

Es como un juez que declara culpable al reo, y después se sienta en el banquillo de los acusados para recibir él mismo la sentencia por el hecho de que el acusado es su propio hijo. ¡Qué gran amor!

Tal vez no entiendas por completo de qué manera es probable que Dios coloque el castigo de tu pecado sobre su propio Hijo, pero no precisas entenderlo todo de una vez. Solamente precisas pensar que es verdad.

Se afirma que absolutamente nadie comprende completamente la electricidad. Los científicos charlan de ella como de una propiedad primordial de la materia. Pueden crear cargas eléctricas y generar electricidad, pero como un científico de la Universidad de Stanford expuso una vez: «La electricidad en esencia es verdaderamente inexplicable».

Cuando te conviertas en un cristiano auténtico, probablemente no entiendas todo al empiezo, no obstante tu entendimiento aumentará a medida que leas la Biblia y dejes que Dios te enseñe.

Tercer paso. Recibe a Cristo en tu vida

La fe no se puede heredar. Dios tiene hijos, no nietos. Debes experimentar por ti mismo la comparecencia de Dios en tu vida. Todos lo cristianos hemos tenido que hacerlo. ¿Has venido a Cristo ya? ¿Has tomado tu decisión? La Biblia declara: «Pero a todos los que lo recibieron, a los que piensan en su nombre, les concedió el derecho de transformarse en hijos de Dios.» (Juan 1:12).

Preguntas ¿cómo? La mejor forma que conozco (y la más simple) es inclinar tu cabeza en oración, confesar tus pecados a Dios, abrir tu corazón a Cristo por la fe, creer en Él y recibirle.

Dile a Dios: «Padre Celestial, deseo ser un cristiano auténtico. Me entero de que mis pecados me han separado de ti. Por favor, perdóname. Pienso en lo que Cristo hizo por mí en la cruz. No lo comprendo bien, pero lo acepto por mi fe. Deseo que Cristo viva en mi corazón. Deseo tener vida perpetua. Señor, ven a mi vida y hazme un hijo tuyo ahora mismo, y yo te voy a seguir y te voy a obedecer como la Biblia lo manda. Amén».

Si has hecho esta oración de fe a Dios, ahora perteneces a Él y querrás conocerlo más y mejor. La mejor forma es leer su Palabra. Te sugiero que comiences con el Evangelio de Juan en el Nuevo Testamento. Recuerda que la Biblia es la manera en que Dios nos charla, de modo que cuando la leas, trata de encontrar ejemplos que seguir o instrucciones para obedecer.

Lee la Biblia, ¡Satúrate de ella!, ¡llénate de ella! Tus juicios y emociones comenzarán a cambiar al mismo tiempo que leas la Palabra de Dios.

Después, reúnete con otros cristianos. Trata de encontrar una iglesia donde la Biblia sea el centro, donde se adore a Cristo y donde se enseñe qué es un cristianismo auténtico (Lee Hebreos 10:25). Una vez en la iglesia, dile al pastor: «He recibido a Cristo», y espera a mirar que pasa. Si el pastor no parece interesado en echarte una mano a medrar espiritualmente, busca a otra iglesia que pueda echarte una mano en este aspecto.

Comienza a orar. Has hablado con el Señor en tu corazón y él te contestó. El te quiere, es tu Padre. La comunicación es la clave de cualquier relación. Por lo que tu relación con Dios solamente puede medrar si le charlas en oración. Pídele que te ayude a aprovechar al máximo la nueva vida que Él te ha dado.

Recuerda que, todavía cuando Dios nos ha dado la salvación gratuitamente, eso no significa que descuidemos este regalo tan valioso, Jesús contó que el que lo amaba a él, cumpliría sus mandamientos, y eso se hace por amor no por obligación. Decídete ahora mismo a vivir como Jesús quiere que vivamos, a seguirlo a Él en todo y verás como toda tu vida comienza a mejorar; no te mientas pues la Palabra afirma que: «Dios no puede ser burlado».


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